¿Qué pasa después de la muerte de una madre? Cenizas al mar tiene una respuesta inquietante

JFoto: Bernardo Boehme

Una madre muere, y con ella se lleva el orden, las palabras y los pactos invisibles. Sus hijos entre sarcasmos y recuerdos que arden, intentan despedirse sin saber cómo. Con esta propuesta El Baúl Teatro, ese grupo que lleva desde 2006 obstinado en hurgar donde los demás prefieren el telón corrido, presenta Cenizas al mar.

La comedia dramática, que tiene menos de comedia y más de lo que duele después de una carcajada: la ausencia, se presentará este miércoles 25 de junio en la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche, a las 19:30. En escena se experimenta una casa resquebrajada, tres habitantes desorientados y un mar que no está, pero se intuye. 

La dramaturgia de Janaina Prates y Mary Carmen Monje, y dirigida por esta última, la pieza es una ceremonia íntima y feroz sobre el duelo familiar, sobre la imposibilidad de nombrar lo que se fue, lo que quedó, lo que pesa. En la puesta en escena Hugo Francisquini, Prates y Carmen Monje componen un trío que no interpreta, sino que habita. 

No hay nostalgia impostada ni lágrimas diseñadas. Hay algo más visceral. Una incomodidad suave que se instala como humedad en el pecho. Ofelia cuida, Ulises ordena, Alfonsina embalsama. Usan estrategias para no enloquecer, tres formas de negar que algo murió y, con ello, se desarmó el mundo.

«Cenizas al mar es una comedia dramática sobre lo que queda cuando se ha ido lo esencial. Un ritual escénico de duelo, amor roto y humor negro«, dice la sinopsis y se desarrolla en una tormenta contenida en 60 minutos, donde el humor ácido, ese que parece cortar con tijera oxidada, permite que lo trágico respire. El diseño de luces de Javier Alcócer acentúa las grietas. El vestuario y la producción de Jossette Peñaloza, quien también asiste en dirección y sonido, completan el cuadro de una obra precisa como una herida recién abierta. Y en esa precisión, la voz en off de Marina Domínguez resuena como un eco que no se quiere apagar.

El Baúl Teatro no busca respuestas, prefiere el riesgo de la pregunta abierta, del texto propio, de la mezcla de técnicas y lenguajes. Su historia es la de una búsqueda obstinada, como quien se niega a aceptar que hay mares que no vuelven. Obtuvieron más de quince obras, premios, giras, pero sobre todo, una coherencia artística que los convierte en una isla dentro del teatro boliviano. Una isla que, en esta ocasión, vuelve a arder con Cenizas al mar, en la que muestran que el duelo no termina: se transforma. Como la escena, como el arte, como el mar.

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