Roxana Jiménez León

En Ichilo, el agua no corre: respira. Allí, en una tierra acostumbrada a sembrar con las manos y a esperar con paciencia, nació un proyecto improbable: hacer polvo de pescado. Y así nacio SabroPez. Parece un artificio menor, pero detrás de ese gesto mínimo, un pez que se convierte en polvo, un polvo que se convierte en pan, sopa, guiso late un relato de invención, de hambre antigua y de la obstinación de quienes se niegan a repetir el destino.

“Hecho por Mujeres”, se llama el proyecto que elaboró el producto. Y no es un eslogan: es la certeza de que la nutrición puede caber en una cucharada, de que la vida puede cambiar con un producto que parece insignificante pero es, en verdad, un acto de resistencia. Coordinado por la Royal Roads University de Canadá y por IMG Consulting en Bolivia, con el respaldo del Fondo para la Innovación y la Transformación, el proyecto se desplegó en San Carlos y Yapacaní. Allí, asociaciones de productoras, ASPAES, AMPANE, APNI, y el Centro Integral de la Piscicultura imaginaron SabroPez, un alimento tan simple como poderoso: polvo de pescado elaborado colectivamente.

Santa Cruz y su gente en la Expocruz ya disfrutan de este producto, e incluso hasta el gobernador del departamento, Luis Fernando Camacho  ya degustó de SabroPez. El viernes 26 de septiembre, el campus de UNIVALLE recibirá un taller de cocina creativa y una mesa de degustación. Esa misma noche, en Expocruz, el producto tendrá su presentación oficial con una degustación que buscará ponerlo en la boca de todos. Porque SabroPez es, sí, un producto. Pero es también una declaración: la de mujeres que luchan por su independencia.

Con el respaldo de la Asociación de Chefs de Bolivia, la Cámara Gastronómica de Cochabamba y las autoridades departamentales, SabroPez se prepara para ocupar las mesas del país. Su proceso, cosecha sostenible, clasificación, deshidratación, aplicación culinaria, es tan técnico como artesanal. En ese polvo no hay solo proteína: hay historias de cocina heredada, hay resistencia frente al olvido, hay memoria convertida en alimento.