
Por un instante, uno mínimo, casi imperceptible, alguien mira un reloj y no piensa en la hora. Piensa en lo que pasó antes. En lo que todavía duele. En lo que, quizás, todavía puede salvarse. De eso parece estar hecho Siempre hay un momento, el nuevo libro de Juan Pablo Sejas que se presenta este jueves 18 de diciembre, a las 19:00, en la Casa Melchor Pinto.
El libro no grita y tampoco ofrece respuestas rápidas. Propone, más bien, una pausa necesaria en medio del ruido cotidiano. Sejas escribe desde ese lugar: el del que observa cómo el tiempo no avanza en línea recta, sino que se dobla, se enreda y vuelve. En sus páginas, lo cotidiano, una escena mínima, una memoria que insiste, se vuelve símbolo. Y el tiempo deja de ser una medida para convertirse en un territorio emocional.
La portada anticipa ese clima: un reloj incrustado en una estructura arbórea bajo un cielo nublado. El tiempo como algo vivo, vulnerable, casi humano. Nada en Siempre hay un momento parece casual. Todo está atravesado por la idea de que hay instantes que nos definen sin pedir permiso, momentos que se quedan a vivir dentro de nosotros.
Juan Pablo Sejas llega a este libro con una biografía que no se ajusta del todo a la figura clásica del escritor. Es economista de formación, poeta por vocación y gestor cultural por necesidad vital. Desde hace más de veinte años trabaja en proyectos culturales, sociales y educativos vinculados a juventudes, pueblos indígenas, derechos humanos y participación ciudadana. Dirige el Centro San Isidro, impulsa espacios comunitarios y es co-organizador de Jauría de Palabras, una iniciativa poética que cumplió siete años celebrando la palabra como acto colectivo. Esa experiencia, la del trabajo territorial, la escucha, la construcción comunitaria, atraviesa su escritura, aunque no siempre sea visible a primera vista.
La presentación del libro no será un acto solemne ni distante. Habrá lectura de fragmentos, invitados especiales y un espacio para el diálogo. La organiza AURA productora cultural, una editorial que apuesta por la literatura boliviana como un espacio vivo, en movimiento, capaz de interpelar a su tiempo.
La entrada es libre. Y eso no es un dato menor. Porque Siempre hay un momento parece escrito justamente para quienes todavía creen que la literatura puede ser un lugar de encuentro. Para jóvenes, escritores, artistas, gestores culturales, lectores atentos o simplemente personas que, por una noche, quieran detenerse y escuchar.






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